jueves, 23 de octubre de 2008

Sobre Winnicott y Bion frente a la psicosis


por Francisco Valenzuela & Francisco Somarriva

La psicología, a pesar de armarse como un cuerpo de conocimiento incompleto, da cabida a ciertas redundancias entre sus diversos enfoques, ya sea en el eje técnico-aplicado o en el teórico. Creemos que esa sensación de eco, cuando se ha cambiado de una perspectiva clínica a otra, se aprecia con claridad en el caso de la esquizofrenia, donde se concentran discursos clínicos sobre la comunicación y la biología, además de aquél sobre el inconciente. Siguiendo esta línea, nos parece que el aporte de Bion consiste justamente en redefinir lo funcional de lo psíquico de un modo que permita admitir los aportes de las otras vertientes de esa redundancia, abordando el lugar de lo sensoperceptual en la experiencia de la realidad y profundizando sobre las consecuencias del vínculo y el rol crucial de la madre. Justamente en “Volviendo a pensar” Bion, queriéndolo o no, formuló postulados que resolvían mucho de lo dejado deliberadamente de lado por Klein y a desarrollar en consonancia con Winnicott ideas sobre la dinámica entre la madre y el hijo, como determinante sobre el funcionamiento del individuo en el mundo, de naturaleza direccional con matices existenciales.

Esto porque, según el autor, nada sucede por mero azar en lo que son los actos de la persona. Los elementos β, si bien son de naturaleza primitiva y mayormente indiferenciada, están deliberadamente teorizados para ser proyectados hacia una madre que, a través de la función-α, devuelva un elemento α al niño. Así, la formación del pensamiento en el niño es direccional hacia el ambiente, siempre con una intención. Esto supone que el niño no puede crecer “sanamente” sin la (re)significación de sus afectos, (pre)concepciones y vivencias. El dilema surge cuando es patente la ausencia de experiencia de una madre que elabore lo proyectado para ser introyectado posteriomente. La constante falta de la madre llevará al niño a insistir en la identificación proyectiva al punto de fortalecerla, fragmentando lentamente al yo y no solo expulsando elementos β, sino que también los elementos α, pensamientos oníricos, etc., hasta finalmente depositar fuera de sí una infinitud de objetos fragmentados de su constitución yoica.
De esta forma convivirán en un mismo espacio dos personalidades: psicótica que se valdrá de la identificación proyectiva para funcionar, expulsando objetos parciales del yo, fragmentándolo; y no psicótica, que usa la introyección y proyección equilibradas desde una posición depresiva (pp.72). La innovación aparece en este punto, al considerar a mecanismos de defensa de la parte psicótica de la personalidad (desdoblamiento, evacuación a través de los sentidos y alucinaciones) como al servicio del deseo de cura (pp.96) más que a continuar al deterioro de la personalidad.

La conjugación de lo experiencial y lo funcional en la esquizofrenia lleva al psicoanálisis a una dimensión nueva: lo propiamente psicótico ya no es un síntoma, sino que es un intento de estabilidad en el mundo; la restitución de lo desquebrajado en el yo. Son herramientas de último recurso para reparar, un yo débil, pero aún no totalmente deteriorado. La alucinación se convierte en la evidencia de un funcionamiento deteriorado por una falta existencial, y no así por la atribución de odio u envidia en Klein. Estos afectos son consecuencia de la falta, y no así su causa. La clínica de Bion será entonces ser continente del analizando, soportando la implacable identificación proyectiva y otorgando la experiencia necesaria para el sujeto para resignificar sus elementos constitutivos, desde lo más primitivo hasta los más complejos (función-α adecuada y reverie), para que a través de esta re-experimentación el funcionamiento del individuo sea sano.

Creemos que este planteamiento lleva a pensar que tal vez no sea prudente reducir la psicosis a un paradigma central, sino más bien a que puede existir al menos una psicosis sobre la cual se puede contar una historia de varias maneras distintas, desde perspectivas teóricas distintas. Se trata de al menos un oficio. De hecho, nos parece que podemos pensar, invitando a Calligaris, ya en dos psicosis, una de crisis y otra de discurso, una histórica – funcional –adaptativa, la de Bion,otra a – histórica (transferencial) – estructural – subversiva.

Pensando en el profesor Coloma, tratando de apropiarnos (sólo temporalmente) de su propuesta, creemos que hay un horizonte legítimo en pensar una complementariedad entre lo estructural y lo funcional: hay dos redundancias teóricas claras, dos oficios, dos escuchas. Pero sin duda, el objetivo de un diagnóstico estructural es problemático, porque las confronta sin remedio y debemos decidir entre integrar y resolver o paradigmatizar, ortodojizar. Aunque este problema quizás caerá para cada uno en el sendero de la ética, rescatamos el valor de admirar cada una en su propio y legítimo lugar.


por Teresa Lyon

En el escrito de Winnicott se plantea una determinación teórica para comprender el carácter patológico de la alucinación, la cual sigue un recorrido que se distingue por tres acontecimientos: El primero consiste en la percepción (visual) de un objeto externo, del que se generaría una representación mental y ante el cual el individuo suscita una serie de emociones de carácter traumático que estarían asociadas a determinadas investiduras libidinales que se harían insoportables para el inmaduro soporte psíquico de dicho individuo. Esta primera conceptualización podría ser una hipótesis descriptiva de lo que se supone como alucinación, la cual se genera desde el soporte fantasioso e ilusorio que se crea en el aparato mental.

A partir de este hecho surge el segundo proceso de desmentida, que en el caso de la psicosis corresponde a la escotomización o forclusión de lo alucinado; estos conceptos aluden a la escisión que opera en la mente del individuo para excluir la representación anteriormente afirmada de la realidad. El resultado de este proceso determina a su vez el carácter vaciado que se experimenta en la mente y ante el cual surge la necesidad de generar otra representación que le permita al individuo una suerte de arreglo para con su relación de ser vivo existente en un ambiente que se rodea de otros. El ejemplo que pone el autor del cuadro negro alude a este proceso que opera al modo de una renegación de lo escindido, generando otra alucinación de carácter compulsivo, y necesaria para mediar la existencia del psicótico con el mundo. De aquí que dichos procesos sean definidos como alucinación-desalucinación por Winnicott.

Ahora bien, en el texto se expone el carácter no psicótico de este fenómeno en un paciente que debe experimentar una regresión. Esto daría cuenta del determinado proceso terapéutico que el autor plantea propicio para el bienestar del paciente; el cual necesita de la capacidad del terapeuta para poder tolerar la dependencia que surge del trabajo con éstos. Así se hace indispensable la creación de un ambiente propicio para que el paciente logre llegar a un estado psicótico alucinatorio que le permita experimentar nuevamente el trauma, pero incluyendo esta vez el sostén de la persona del terapeuta. Así, en el sueño expuesto en el caso, la paciente incluye a Winnicott como una especie de yo auxiliar y que a mi modo de ver permite observar el carácter correctivo del trabajo terapéutico que plantea el autor. Sin embargo esta “experiencia emocional correctiva” no es de ningún modo impositiva, si no más bien solícita de lo que es más propio del paciente, o como Winnicott conceptualiza en torno a la aparición del gesto espontáneo, que da paso al verdadero self.

De acuerdo a esto último, ¿El proceso alucinatorio que se gesta en la regresión sería una expresión del verdadero self del individuo? ¿Es el estado psicótico una manifestación de aquello más propio y espontáneo del ser-humano, dada su conexión con lo real?

Desde esta perspectiva se podría pensar que la neurosis sería una forma “no verdadera” de llevar una existencia en el mundo, quien siempre tendría que remitirse a otro para definirse y sostenerse como individuo; a diferencia del psicótico quien estaría desestructurado en su independencia de toda opinión del otro: y por tanto completamente libre y espontáneo. Sin embargo, el precio de la estructuración psicótica sería aún mayor, ya que debe experimentar constantemente la angustia que le provoca la fragmentación y la muerte; aspectos de los cuales el neurótico evidentemente se esconde bajo el adaptativo pero falso self.

1938, Paul Klee "Madre e Hijo" Acuarela.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

En relación a lo propuesto por Tere y asumiendo la idea de Bion de que todos tienen una parte psicótica y no psicótica, me interesaría formular la correlación de ésta primera parte con la neurosis. Creo que el delirio neurótico de ser centro y accionar de todo, el cual se fundamenta a partir de un yo que no depende de nada y se muestra como no fragmentado ante la realidad, devela la parte psicótica propuesta por Bion.
El neurótico cree que es aquello que finalmente se contrapone a su propia existencia, ser dueño y fundador de su vida se opone a ciertas experiencias que ni él mismo comprende, es por esto que al darse cuenta de su subjetividad respecto a Otro siente melancolía hacia la libertad del psicótico, como propone Calligaris.
En base a lo anterior y a su comparación con la parte no psicótica del psicótico, creo que es importante destacar respecto a la complementariedad de lo estructural y lo funcional, en qué nivel nos situamos. No podemos desconocer que tanto la parte psicótica del neurótico como la no psicótica del psicótico pertenecen a un rango funcional más que estructural, por lo que su movilización a otro funcionamiento sí es posible, al contrario que sus otras características relativas a lo estructural. Entiendo la relevancia de integrar ambas escuchas, como dice Pancho, y estoy totalmente de acuerdo, pero creo que es peligroso entrecruzarlas sin evidenciar que características de la personalidad enmarcan. Es por esto que creo que si bien ambos tienen partes psicóticas y no psicóticas no se pueden asemejar, el tratamiento de cada uno es distinto y esto no se debería obviar en un buen trabajo analítico.

José Pedro Elton dijo...

En el caso de la psicosis, creo que la diferenciación del fenómeno, como algo estructural o funcional, se hace imprescindible, ya que aunque en ciertos aspectos pueden ser complementarios y beneficiosos para la realidad del paciente, creo que la psicosis al ser considerada una estructura, plantea una "enfermedad incurable", dejando al analista con un escaso rango de acción, en donde sólo puede ayudar al paciente dentro de los límites que establece su estructura. Por otra parte está lo funcional, en donde una esquizofrenia es una enfermedad como cualquier otra, con una posible cura.
Estas dos posturas sobre un mismo fenómeno, aunque no son en todos sus aspectos totalmente opuestas, plantean una divergencia que se notará en el trato con el paciente, por lo que al ser este el centro de la actividad psicoanalitica, creo que es de suma importancia determinar desde que perspectiva se está observando el fenómeno.

Anónimo dijo...

me parece interesante la forma en que Bion se refiere al desarrollo psìquico, poniendo énfasis en el pensamiento y a la función que cumple la madre en éste. Pero hay algo que al pareecer no sale en éxtos textos y que creo que es crucial en la clínica. Bion señala que en esta transformación de elementos beta en alfa y la función que media aquello, puede darse en sesión con los pacientes. En ese caso, lo central es devolver algo más configurado sobre lo cual el paciente pueda pensar, pero sin saturar la fórmula. Es decir, sin dar respuesta acabada, pues al dejar un espacio a la incertidumbre se permite al sujeto movilizar su aparato en función del pensamiento, de manera de asimilar a sus propias vivencias aquello que elaborar y funcionar de modo más autónomo. Me parece interesante en la clínica, ya que muchas veces uno tiende a dar respuestas, quizás por ansiedad frente a exigencias del paciente, cuando a lo mejor debiera abrir a preguntas y permitir que la persona se esfuerce por resolverlas o, por lo menos, lo intente.
Jesus Gajardo

Anónimo dijo...

Sumándome a lo plateado por la Dani, considero que es imposible pensar siquiera en la posibilidad de realizar un tratamiento psicoanalítico sin algún grado de claridad en cuanto a la estructura del paciente a quien estemos atendiendo.
Pues, si bien los planteamientos de Bion y Winnicott pueden ser útiles de considerar para el trabajo con personas diagnosticadas con esquizofrenia o con psicosis más bien afectivas o locuras de tipo histéricas cuyas estructuras sean neuróticas, otra cosa es detectar una estructura psicótica y comenzar a realizar intervenciones e interpretaciones como las que Bion plantea en este texto, las cuales, considero, son un riesgo que al menos como practicante no me atrevería a realizar.
Dejo abierta la pregunta ¿Podemos interpretar a un paciente de quien sospechamos una posible estructura psicótica como lo haríamos con un neurótico? ¿Qué riesgos corremos?

Anónimo dijo...

Justamente me preguntaba sobre aquel cuestionamiento que deja abierto la Oli. La neurotización del psicótico en Bion me resultó un tanto indigerible, al igual que sus interpretaciones super kleinianas en las cuales el juego de espejos (introyecciones de proyección de introyecciones!!!) que le devuelve al paciente psicótico, me hacía empatizar con quien yo imaginaba como un confundido paciente que más que dilucidar el contenido de tales palabras entrampadas del analista, se desenvolvía en sesión en tanto temía o no al objeto del terapeuta.
Esto en tanto interviene un componente protagónico en la patología del psicótico y que lo hace vincularse directamente con el profesional: su in/capacidad de pensamiento verbal. La no representación de vivencias psíquicas instalan el caos. Cómo será entonces, sobre aquella irrepresentabilidad psicótica generar una construcción neurótica? doloroso (creo) en tanto se instala un lenguaje clínico al cual no se puede acceder tal como sucede con la falta de nexos lógicos de realidad que la alucinación se encarga de taponar.
No sé porqué me quedo con la idea de una posibilidad en que la forma en que se interactúa en sesión con psicóticos está dado más por la forma que por el contenido de las palabras. Nivel que pudiera traer consecuencias para el imaginario en donde se recrea al analista en tanto voraz o muy perseguidor o amable. El pensamiento verbal en tanto forma (robado al psicótico por el analista o devuelto elaboradamente más que por ser interpretado, por ser acogido y reflejado sin angustias como la madre con el niño) será la principal forma de intercambio terapéutico, base para un trabajo adaptativo del psicótico al mundo neurótico

Francisca dijo...

Al igual que mis compañeras, creo que la "neurotización" que Bion propone del psicótico es un tanto sospechosa. Sin embargo, la lectura de sus textos me pareció interesante, por ejemplo para pensar en momentos difíciles del análisis de un sujeto neurótico. Los ataques al vínculo, la capacidad de pensamiento sentida como amenazante, la necesidad de usar la identificación proyectiva, el odio a la emoción y al mismo análisis... en fin, la intolerancia a la posición depresiva, me parecen reacciones posibles de observar en un proceso analítico, que permiten comprender al paciente en el miedo y la amenaza que puede provocarle el contactarse con "la realización emocional de hechos que toda su vida ha tratado de evitar". En este sentido, me parece importante la constatación de que al contactarse con la posición depresiva el paciente querrá regresar a la esquizo-paranoide, volviéndose contra su capacidad de pensamiento verbal como uno de los elementos que lo han llevado a su dolor. Es interesante además, que el lenguaje se asocie aquí al dolor, implicando una pérdida, la de la omnipotencia infantil. Esto me recuerda la teoría lacaniana, así como la opinión del profesor Coloma cuando plantea una cercanía conceptual entre la posición de sujeto del inconsciente y la posición depresiva.

Pato.M. dijo...

Si entendemos la psicosis como un lugar ocupado en la función PS-D se nos abre un campo de comprensión del paciente que no sólo permite entender los "difíciles momentos del análisis de un neurótico", como plantea Francisca, sino además los mecanismos mismos en los que se funda la realidad psíquica.

Hace algunas semanas leí una entrevita a Nasio, donde contaba, sin justificarlo, que el analista en formación debía intentar ver la mayor cantidad posible de pacientes graves. ¿Será que acercarse al sufrimiento vacío de la posición esquizo-paranoide permitiría comprender mejor el dolor de la posición depresiva, y con ello, dar cuenta mejor de la condición humana tal como se presenta en la clínica?

antonia dijo...

Quedándome con aquello que dice la dani, considero relevante el hecho de que postule que la escucha no debe ser entrecruzada. A pesar de que todos poseemos partes no psicóticas y psicóticas la estructura en la que nos ubicamos y la cual nos diferencia por completa es la que distingue a su vez el discurso que realizamos. No podemos simplemente mirar el funcionamiento de cada cual, la escucha a la que nos exponemos tiene un carácter particular y principalmente en aquel sujeto psicótico. Como diría Zimmerman “El objeto a consigue fabricar el discurso de la renuncia al goce, al cosquillear la cosa desde su interior. El discurso se ordena de modo tal que funda un lazo social en otras palabras: un discurso se funda en la medida que excluye lo que el lenguaje entraña de imposible. El psicótico, por su parte, consigue entrar en la ciudad del discurso valiéndose de esa imposibilidad como una suerte de caballo de Troya.” Por ello aproximarse a la psicosis es acudir a alguien fuera del lazo social, es decir, sin el apoyo que el discurse constituye y por tanto la idea de integrar ambas escucha puede volverse sumamente confusa y peligrosa como dice la dani.

fcoloma dijo...

¿Es realmente posible pensar que coexisten partes psicóticas y otras no psicoticas de la personalidad?
Obviamente desde una perspectiva estructural no, pues son exluyentes, pero ¿Permite una visión funcional plantear tal idea?
Me parece que es imposible, pues lo propio del funcionamiento psicótico desde Bion es una incapacidad de tolerar frustración, mecanismos de defensa muy primitivos, angustias intolerables, etc, que invaden necesariamente todo el aparato psíquico, sin posibilidad de que parte de la personalidad permanezca no psicótica, pues de ser así habrían suficientes recursos para no caer en lo psicótico. Creo que lo que sucede es que hay momentos de funcionamientos psicóticos y otros no. Esta distinción puede ser menor, pero creo que importante. En mi opinión, Bion al interpretar a los psicóticos busca el aliarse con la parte no psicótica, de la personalidad y lograr cambios, pero me parece que es imposible, pues o bien funcionamos psicóticamente o no. Por ejemlpo, aún sabiendo que una locura histérica es una neurosis, habría que reconocer que el funcionamiento es psicótico. Así, me parecería errado interpretar en el momento mismo del delirio para recurrir a la parte "no psicótica". Por el contrario, creo que habría que esperar que la persona funcione "no psicóticamente" como una totalidad para poder interpretar.
Así, creo que no coexisten partes psicóticos y no psicóticas, sino momentos psicóticos y no psicóticos

Anónimo dijo...

Quiero comentar la reflexion de la Tere, porque le encanta Winicott.
Freud en "perdida de realidad en neurosis y psicosis" señala que la conducta sana seria aquella que auna rasgos de ambas reacciones. De la neurosis que no desmiente la realidad, pero de la psicosis que se esfuerza por transformarla.
Es lo que un autor católico señala como "personalidades creadoras de historia".

Aunque me parece que la Tere comenta como negativo la necesidad de la neurosis de remitirse a un otro para definirse.
En esto no estoy tan de acuerdo e incluso opino que puede ser entendido como positivamente.

Es la situacion existencial del hombre el "ser con otros y para otros". (quizas esta relacion se da en el lenguaje). Y es por eso la importancia de todas nuestras vinculaciones, partiendo por las paternas hasta las finales en nuestra vida.

Esto se complementa con la realidad del mundo sobrenatural, que señala que en la resurrección estamos UNO EN EL OTRO EN DIOS. Nos definimos en la relación y la implicancia clinica en relacion al terapeuta, es que éste puede y debe constituirse en un vinculo importante y al final de la terapia no puede ser abandonado como un mero señalizador en el camino.

Unknown dijo...

Me quiero sumar a lo planteado por la Dani, la Oli y la Keri, ya que por un lado, puedo comprender que sea necesario escuchar al paciente desde varias escuchas, pero la verdad es que me parece un poco peligroso, ya que por lo general cada marco teórico alumbra una parte determinada de la “oscuridad” que pretendemos comprender, y desde cada teoría creemos verlo todo pero vemos solo una parte, y esa parte determina nuestro pensamiento de una forma única, y al cambiar de teoría y por lo tanto de haz de luz que ilumina, nos encontramos con otra “realidad” a nuestros ojos, que aunque es parte de la misma totalidad, en nada se parece al lo anteriormente iluminado, lo que nos puede llevar a confusiones e incertidumbres. Por último, respecto a la función, me parece muy difícil entenderla especialmente si hablamos de psicosis ya que pareciera que en cualquier lado donde se habla de función psicótica no es en nada una psicosis, ya que la psicosis “verdadera” no se puede interpretar. Y a esto es lo que me refiero cuando se genera una mezcla más confusa que lo que se tenía por separado. ¿No es mas fácil entender de partida que la estructura neurótica puede presentar delirios y no tener que decir que es una estructura neurótica con funcionamiento psicótico? Y hacer lo mismo con todas las estructuras, y además funcionamiento que tendríamos que estar siempre reformulando porque el funcionamiento puede siempre cambiar.

Anónimo dijo...

Leyendo el texto de Bion, me resulta patente la dificultad que existe al momento de intentar una integración de la visión funcional y estructural. Los campos que se delimitan desde una y otra visión son disímiles. Sin embargo, los planteamientos de Bion, articulados en torno a aspectos sensoperceptuales y el lenguaje, muestran vínculos posibles. El lenguaje primitivo que Bion intenta fortalecer en el psicótico, me trae a la memoria algunos de los planteamientos del profesor respecto a su objetivo al tratar pacientes psicóticos, de lograr un funcionamiento del imaginario “a la manera” de un registro simbólico.

Unknown dijo...

Que interesante pensar las cosas al reves y darse cuenta de que a lo mejor todo es un cuento neurotico que nos contamos para estar seguros y a "salvo" de caer en lo ominosamente cercano: la locura, la maldad, el manicomio o la cárcel. Así alejamos a aquellos que se desvian de la norma, y muchas veces nos vendamos los ojos para no ver, no sentir ese miedo que cuestiona en lo más profundo.
Y es que me acorde con aquello planteado por Tere, aquello del neurótico como falso self, menos auténtico, dependiente, sufriente y viviendo una realidad ilusoria, de la pelicula "Un hombre mirando al Sudeste" ¿quién estaba más psicótico, más enfermo, más loco?
¿cuándo se esté mejor? ¿delirando o paralizado y "estabilizado" con remedios?

Anónimo dijo...

A partir de como se ha dado el transcurso de este ramo, me parece interesante lo planteado por Bion puesto que él se sitúa desde otro lugar, permitendo comprender el funcionamiento de la psicosis de una mejor manera. En ese sentido, y si lo "comparamos" con el enfoque estructural, lo funcional se vuelve quizás nuestro único camino posible para trabajar en términos clínicos. Pese a ello, y muy en la línea de lo que plantea el profesor creo que debemos intentar mirar al paciente desde ambas perspectivas para así poder comprender de la mejor forma a esa persona que tenemos enfrente

Anónimo dijo...

A mi me parece que, concordando con lo que en general comentaron mis compañeros sobre la necesidad de "complementar" lo estructural y lo funcional con un afán centrado en el quehacer clínico (espcífcamente en la psicosis), que estamos hablando aquí de la paradoja básica con que con nos enfrentamos día a día los estudiantes de Psicología (y ojalá nos paremos a pensarlo un rato también), a saber: cuál es el objeto de la Psicología, "lo psicológico".
Recuerdo que esta pregunta por "lo psicológico" me surgió a raíz de una actividad realizada en una clase de Psicología Educacional, donde discutimos un poco sobre la "relatividad extraña" de este objeto de la Psicología que, aún en 4to año de carrera (o incluso en 5to, ¿no?) nos cuesta definir. ¿Existe efectivamente "lo psicológico", así como existe lo biológico, lo matemático, etc.?
Yo tiendo a creer que no. Y es por eso que todo lo que estudiamos no son más que constructos, teorías inventadas que nos hacen sentido (unas más que otras), historias compartidas que nos permiten dialogar con nuestras preguntas sobre el paciente en función de lenguajes consensuados dentro de la discplina que estudiamos/ejerceremos. Y en ese sentido creo que lo más natural, y sincero incluso, es proponerse una visión que "utilice" estas doctrinas teóricas en función de la clínica con el paciente, que finalmente se nos ofrece como incierta, angustiante, poco "comprensible" realmente.

Desde ahí, apoyo cien por ciento a todos mis compañeros que abogan por una lectura bidimensional del paciente (en lo estructural y funcional), teniendo en cuenta que es justamente la lectura también que propone el curso en general, y su originalidad a considerar dentro de nuestra formación.

Sin embargo, también me parece central recordar que esto conlleva posturas éticas ineludibles, que no podemos obviar desde una postura clínica "ecléctica" que olvide que debemos ser responsables en nuestra experticia terapéutica con el paciente, en la medida en que "optemos" por una lectura primordial, ya que en definitiva será también ésta la que guíe nuestra escucha, por más que ésta pretenda ser centrada en el paciente (es distinto centrarse en una escucha estructural del paciente, que en una escucha funcional, es distinto escuchar "síntomas" a escuchar "sufrimientos compartidos con el terapeuta").

Es muy obvio lo que propongo, y en muchos puntos repite un poco lo que plantea el profesor Coloma en clases. Pero a modo personal, teniendo en cuenta que aún no he definido del todo mi postura clínica futura, me parece que es central considerar que lo aprendido en nuestra formación no son más que "rodeos teóricos" que, justamente, rodean la aproximación al paciente y no lo abordan en realidad. Debemos por ende (creo) saber usarlos, responsablemente, y con pleno conocimiento, pero también siendo conscientes de que al usar uno dejamos de usar a los demás, y hay en esto decisiones irremediables de las que debemos hacernos cargo, tanto en términos teóricos como prácticos (y con eso quiero decir que a veces me cuesta un poco creer en la eclecticidad total que algunos pretenden frente al paciente).

Anónimo dijo...

Me parece que la distinción entre estructura y funcionamiento psicótico se hacen imprescindibles para el tratamiento psicológico, ya que éste variará enormemente dependiendo de la posición que el analista adopte, siendo fundamental el poder discriminar la estructura y funcionamiento de quien tenemos al frente. Así la conflictiva sigue siendo la misma que se ha conversado, la escucha o la interpretación.
Po otra parte, también se vuelve relevante el trabajar con el paciente psicótico desde la psicosis y no desde la neurosis. Al ver al paciente desde una perspectiva neurótica se estarán obviando elementos que solo hacen sentido desde la lógica psicótico. Es así que lo característico del psicótico será el intento de restablecer estabilidad en su mundo.