
La genitalidad… ¿qué es la genitalidad? Me gustaría mirarla desde su sentido poiético, en primer lugar por la metáfora, ya comentada por Coloma en clases, que instala la función paterna haciendo al niño vivir en una presencia doble (en dos lugares: uno en el que el niño registra y otro en el que el padre dice que se registra). Y esta duplicidad exige ser estructurada de manera novedosa (ni en el nombre del padre ni en el nombre del hijo). Después de todo quien atraviesa el Edipo, frustrado por la castración, sumiéndose en la incompletitud en la que ha quedado develado, comienza un camino alternativo a la de la dimensión diádica. Será capaz de mirar desde fuera a otros dos y quedarse consigo mismo. El deseo de poseer a la madre seguirá vigente, pero esta vez de otra manera, distinta de aquella con la que la posee el padre. Lo creativo de la genitalidad pareciera, de esta forma, estar en la solución para una existencia frustrada (y castrada). Vivir la frustración y seguir existiendo tras ella, uniendo al principio de realidad y sus límites, la libertad de poder elegir, dada la falta fálica, un objeto para llenarla. Hay, entonces, en la creatividad del perverso (en tanto crea una nueva realidad), al contrario de la creatividad genital, un encadenamiento…digo, una sumisión. Se encadena a su propia omnipotencia la que no puede desidealizar, ya que al hacerlo se vuelve persecutoria.
En el perverso sólo hay un gran lugar (un monomio o autonomio o no sé, a diferencia de la metáfora). Al haber un lugar consecuentemente se invalida la posibilidad de saltar a otro lugar, de esta manera se autoencarcela en sus significantes unívocos (y hablo de cárcel a pesar de la libertad de la que se jacta al pensarse un ser todopoderoso) y este camino que lo limita es consecuencia del evitamiento de la frustración. Dicha frustración está ciertamente existiendo en el perverso, ya que la castración fue vista por él, pero su angustia trasladada a la dimensión anal, angustia que sigue existiendo de manera velada y silenciosa. La estructura, entonces, en el perverso existiría de igual forma, tensionando desde un lugar no conciente para invitarlo a transgredir su misma organización (recordemos que la genitalidad ha sido suspendido, negada, pero no forcluída). Se recorre así un mismo camino siempre, se busca un solo objeto (anal-parcial) imperiosamente necesario para reprimir parcialmente que se está separado de la madre. El perverso nunca se ha experimentado delimitado, nunca se ha experimentado con voluntad frente a sí mismo, no puede sino disolverse en una amalgama con lo que lo rodea (haciendo uso de su control sobre ella), pero es ilusorio pensar que puede ejercerlo sobre sí mismo.
por Daniela Larraín
Se podría decir que la perversión se define por elementos que en alguna medida podrían relacionarse con la neurosis, como los componentes autoeróticos (en el inicio de ésta) o alguna regresión, sin embargo, el carácter sádico anal de esta última determina formas que nos pueden develar una estructura perversa totalmente distinta a lo que entendemos por la estructura neurótica. Me refiero a la evasión de la ley, el nombre del padre, y por ende la primacía del goce por sobre la realidad, ambas evidenciadas en un impulso de indiferenciación, donde el sujeto es dueño de todo quehacer y normatividad. Si nos preguntamos la causa, podríamos explicarnos ésta a partir de la frustración que significa para el individuo la instauración del principio de realidad, el aplazamiento de su satisfacción y el reconocimiento de un deseo materno que se dirige a otro no representado por él. Pese a esto, creo que es importante rescatar lo que Chasseguet-Smirgel menciona: la implicancia básica de la separación con la madre. Aunque podemos decir que toda ley se funda en la separación materna, el traumatismo del cual hablo es mucho anterior, desde el nacimiento, hasta el distanciamiento del pecho. Ésta sensación de pérdida maximizada en la genitalidad, donde la diferencia de sexos y la interdicción paterna instauran la verdadera realidad neurótica y obstaculizan en gran medida la posesión de la madre, sólo se puede evitar con la regresión al periodo pre-genital. A partir de Winnicott podríamos entender esto como la ausencia de una madre ambiente que logre darle a las pérdidas fundamentales del niño un significado, a través de una frustración que éste pueda controlar. Se podría decir que es esto lo que realmente determina la estructura perversa y lo que la lleva a evitar el desarrollo neurótico.
Hace poco oí un caso de una estructura perversa y mientras lo escuchaba se fueron dando interrogantes que aún no puedo solucionar: Si la definición estructural de la perversión ya está determinada, ¿qué lograría un psicoanálisis de él? Entiendo que muchos perversos no irían a terapia, pero ¿qué sucede si estamos ante un caso de perversión, podremos generar algún cambio que logre reedificar el principio de realidad por sobre el de placer? O simplemente está condenado a un goce de graves consecuencias sociales ¿Es posible que pese a su estructura el perverso pueda entrar en una dimensión más terapéutica?. Si sabemos que a causa de la oposición a la ley no se respeta la moral que ésta instituye, aunque reconoce su existencia, ¿se podría desarrollar en el paciente un yo que respete las normas sociales?. Me cuesta comprender la dinámica perversa por esto mismo, supongo que nadie querría perder el goce si lo tiene asegurado, sin embargo ¿qué hacer cuando este goce convive en una sociedad que interpela por controlarlo?, es aquí cuando me hace más sentido la utilidad de la ley que nos posibilita insertarnos en una sociedad cuya cultura no está hecha para quienes la transgreden.