martes, 12 de agosto de 2008

Sobre "El caso Dora"


por Antonia Lamarca:


“En este historial clínico me interesaba poner de relieve el determinismo de los síntomas y el edificio íntimo de la neurosis (…) la pieza más difícil del trabajo técnico no estuvo en juego con la enferma; en efecto el factor de la , de que se habla al final del historial clínico, no fue examinado en el curso del breve tratamiento.” (Freud, 2003, p.12)


“En el curso de la cura psicoanalítica, (…) la neurosis (…) se afirma en la creación de un tipo particular de formaciones de pensamiento, las más de las veces inconcientes, a las que se puede dar el nombre de (…) Son reediciones, recreaciones de las mociones y fantasías que a medida que el analista avanza no pueden menos que despertarse y hacerse concientes; pero lo característico (…) es la sustitución de una persona anterior por la persona del médico”. (Freud, 2003, p. 101) Por lo tanto, uno como terapeuta, está absolutamente tomado y movido en aquello que ocurre en la cosa transferencial, ya que en la medida en que esta aparezca, uno debe estar alerta para darse cuenta de su presencia. Es fundamental que en el análisis uno sea capaz de visualizar y analizar la transferencia porque su análisis permitirá ver al sujeto como en cualquier relación se amarra o se ata, liberándose completamente a otro o queriendo poseer al otro.


La literatura sobre Dora en relación a lo anterior aborda una amplia perspectiva.

La transferencia posee dos vertientes que son importantes de diferenciar: aquella que es obstáculo y que interfiere el tratamiento y aquella que es objeto de cura, es decir, que por medio de la transferencia se posibilita la entrada para la dirección de la cura. Freud afirma en el epilogo que la transferencia se hace visible en el análisis y cuando se le detecta es necesario hacerla conciente de manera de ser agente de cura. “la transferencia, destinada a ser el máximo escollo para el psicoanálisis, se convierte en su auxiliar más poderoso cuando se logra colegirla en cada caso y traducírsela al enfermo” (Freud, 2003, p.103)

Ante esto, es que me atengo a una pregunta que se hizo Rubio (2002), ¿Qué es importante en un discurso analizante mientras se esta desplegando? (p. 49)

Durante el análisis, en un primer tiempo, se empieza a dar un espacio por medio de la palabra a conocer el mundo del analizado, de manera que se empieza a conmover el mundo al que el sujeto está habituado, donde el analista puede ir haciendo subrayados, de manera de favorecer el análisis. Se invita al paciente a comunicar sus asociaciones libremente, de tal forma, que es el analista quien se encargará de atender aquellas asociaciones de manera ‘que no es exterior al inconsciente del paciente’. Así, el desarrollo del análisis permite el despliegue de la transferencia. “La transferencia tiene su valor porque permite ver el funcionamiento de un mecanismo inconsciente en la actualidad misma de la sesión. Por eso (…) todo terapeuta que comience, debe interpretar solamente cuando ha empezado la transferencia, porque la emergencia de la transferencia señala que los procesos inconscientes han sido activados” (Miller, 1986, p. 67) y por ende, modifica el concepto de síntoma, según el modo de trabajar con él. El analista, desde el comienzo se coloca en el lugar a donde se dirige el síntoma, es el receptor esencial de éste y por eso, el lugar que le debe a la transferencia le permite operar sobre el síntoma. De esta manera, y ahora respondo la pregunta de Rubio, no es posible anticipar que es lo importante en un discurso analizante mientras se esta desplegando. “Sólo en su discurrir, aparecerá lo que sí hace lazo con lo que ahora importa. No se trata de un tiempo de anticipación, al modo de prever lo que va a suceder, sino de un tiempo hacia atrás, donde cobra valor una vez ocurrido en la repetición. Por lo tanto, va escuchando sin privilegiar, el recorte es a posteriori” (Rubio, 2002, p.49) La intervención del analista por tanto, no es construida desde algo preconcebido, sino que es dado a luz desde el discurso mismo, o como diría Freud ‘del texto mismo’.

Por ello el analista mantiene una pluralidad de intervenciones en la medida que tenemos claro a dónde apuntan. De manera que, cuando el analista tiene más desarrollado y desplegado el análisis, bajo el encuadre transferencial, el analista gana libertad y logra direccionar la cura bajo intervenciones que se sostienen ante la comprensión de la transferencia que se da en el análisis.

En el desarrollo del caso de Dora, el despliegue del discurso no fue trabajado de esa manera y sólo después de que Dora había abandonado el tratamiento, Freud comienza a trabajar la transferencia. Más aún, Freud da la impresión de estar más interesado en lograr la remisión de los síntomas de Dora que en escuchar lo que éstos (o Dora) tienen por decir. De esta forma, toda interpretación que hace Freud… creo, es un interpretar sabiendo, de manera que no es una interpretación. La interpretación no es saber, sino que produce el saber en otro lugar y así como dice Miller la interpretación da lugar cuando inicia la transferencia, y Freud en el caso de Dora trabaja la transferencia y la realiza después de caído el caso, es decir, cuando Dora ya había abandonado el tratamiento.

Bibliografía
Freud, S. (2003). Fragmento de análisis de un caso de histeria (Dora). Vol. VII. Buenos Aires: Amorrortu
Miller, J. (1986). Recorrido de Lacan: ocho conferencias. Buenos Aires: Manantial
Rubio, J. (2002). ¿Por qué Freud no curó a Dora? Buenos Aires: EDUCA

20 comentarios:

Francisca dijo...

Si Freud no curó a Dora, ¿alguien lo hizo? ¿Cómo se continúa un caso de Freud? Si le seguimos el paso a Dora, nos encontramos con un autor que la describe como “una de las histéricas más repulsivas” (Deutsch, 1957). Este médico, que tuvo la oportunidad de recibirla en su consulta 20 años después de su tratamiento con Freud, publica un triste retrato de ella, el que posteriormente Thompson (1990) cuestiona en su veracidad. Desde Thompson, Deutsch se habría situado validando a Freud, como su cómplice, aunque implícitamente habría instalado la pregunta acerca de su posible fracaso, compitiendo con él acerca de quién posee el secreto sobre Dora, cuál es, cuándo y cómo es revelado. ¿Es entonces este triste retrato de Dora correspondiente con el final de su historia o es sólo aquel que Deutsch quiso construir, motivado por el deseo de competir y triunfar sobre Freud? Podemos pensar que Dora no era para él una paciente cualquiera, sino que era “la paciente anterior de Freud”. ¿Y quién era Freud, entonces, para Deutsch?
Es así como la historia de Dora pasa a decir algo acerca de sus médicos, más que sobre ella misma; como se va perdiendo el paciente, pasando a cumplir los deseos y fantasías del analista. Como conversamos en ayudantía, y como Antonia bien señala, Freud en algún grado también se refería a Dora como un objeto, utilizándola para demostrar sus nacientes teorías. Frente a esto es fundamental preguntarnos, ¿quién es finalmente Dora? ¿Es la paciente de Freud, el mentor del psicoanálisis? ¿Es una de las histéricas más repugnantes, como plantea Deutsch? En fin, estas preguntas nos llevan a recordar algo dicho en clases por el profesor, y que es que en tanto profesionales, psicólogos, también somos sujetos de lo Otro.

Unknown dijo...

Me gustaría comentar algo que fue mencionado en ayudantía ante la pregunta de Francisco acerca de lo propio de la neurosis. Luego de leer este texto es díficil generalizar y formular una frase clave que nos hable de la neurosis como estructura. Pero algo esencial, a mi parecer, se vislumbra en este caso de histeria y en tantos otros. El síntoma, particular forma de referirse a los demás, de hacer un llamado, de entregarse a un otro, a un médico, a un familiar, a un ser querido. Pues bien, creo que la neurosis esta referida siempre hacia el otro. Escuche decir algo parecido a Jorge Chamorro en una conferencia a la que asistí, él dijo algo así: "una persona neurotica vive del mirar al otro, está adherida al otro. No es independiente de la mirada de los demás". Creo que un síntoma conversivo es la muestra más explícita de dicha característica, en tanto se dirige a un otro y le habla a través de su simbolismo.
Estera Torrens

Pato.M. dijo...

Me quedé pensando luego de la ayudantía en la concepción de transferencia como defensa que Freud empieza a instalar a apropósito de Dora. Para Freud, en este momento de la teoría, la transferencia es algo que se debe aniquilar, tal como es enunciado en el prólogo. Pero el lugar desde el que procede esta noción -que sin duda es útil en la clínica- es lo que el texto sugiere: ¿Por qué Freud desea desde un primer momento atacar a la transferencia tal cual como a las otras formaciones? Y, este "atacar", en el caso Dora, ¿Es consecuencia de la pasión por el análisis o un movimiento teórico-técnico obligado para no toparse con su contraparte, la contratransferencia? Dadas las características del caso, las condiciones de su publicación, y la frustración de Freud, tenemos derecho a hacernos esas preguntas.

Anónimo dijo...

Me gustaría retomar lo que se habló sobre la transferencia establecida en el caso. Me parece que Freud no consideró en el momento lo que estaba pasando en sesión y por lo mismo no escuchó relamnete lo que Dora le estaba intentado decir."Todo terapeuta sabe que sus intervenciones deben estar más o menos "cerca" del paciente en el sentido de ancajar adecuadamente en la manera que éste tiene de ver al mundo y a sí mismo" (Hirsch, 1987, p. 50). De esta manera, puede que las supuestas "defensas" o "resistencias" a las que Freud hayna sido una forma en que Dora le indicaba a analista que por ahí no era el camino y que las intervenciones, en este caso interpretaciones, no estaban alineadas al timming de la paciente.
En este sentido creo que vale la pena recalcar lo visto en clases en cuanto a la escucha y al timming de las intervenciones que se haran en sesión, porque es el mismo paciente quien irá guiando el proceso teraputico si el analista se da el espacio de escucharlo.
"la reacción del paciente es la piedra de tope de toda interpretación" (Heimann, s/r, p. 13)

Francisca Cifuentes

fcoloma dijo...

Creo que el caso Dora es útil para ejemplificar lo que sucede cuando el paciente pasa a ser una investigación, y no un ser humano sufriente que busca ayuda.
En el caso Dora se podría pensar que Freud escucha, o intenta escuchar su teoría antes que su paciente, pues lo importante para el era corroborar sus ideas acerca de la neurosis, sin dar espacio a la singularidad de su paciente, de entender qué le sucedía realmente, a abrirse a ese misterio. Más tarde, y retomando un comentario anterior, Deutsch la va a definir como “una de las histéricas más repulsivas”, lo cual si bien podría ser cierto, no sería esperable de alguien que la trató profesionalmemente, sino más bien de alguien que quiere defender a Freud. Así, es difícil pensar que Deutsch tenía frente a el a una paciente, sino más bien un experimento De hecho ya es discutible que haya publicado el caso dando a conocer la identidad de la paciente. Cuesta creer que allí había un interés de curar antes que de investigar.
Creo que este caso ejemplifica bien lo que sucede, y nos puede suceder en la práctica, al pensar al paciente a luz de una teoría sin abrirse a la singularidad de esa persona, dejando de tener claro que viene en busca de un tratamiento antes que nuestras intenciones personales.

Felipe C.

Francisco dijo...

Considerando el eje del curso - que pretende aproximar a la psicopatología desde la posibilidad de un Diagnóstico Estructural constante - me parece que cabe hacernos la pregunta sobre cómo puede comprenderse lo estructural desde la trayectoria freudiana sobre la histeria, o lo que es lo mismo, sobre porqué la histeria es una neurosis, desde Freud.

En ese sentido quisiera al mismo tiempo aclarar mi comentario en la sesión pasada, respecto a la "oposición radical" entre escucha e interpretación.

Creo que los comentarios que uds. publican llegan inevitablemente a un cuestionamiento ético, para mí indisolublemente enlazado a la pregunta por "lo clínico", ya que esto último siempre deberá comenzar y terminar por la humanidad del paciente y no por la teoría.

Pienso que esa ética está planteada con gran firmeza por el profesor cuando diferencia escucha de interpretación como fundamentos del psicoanálisis, ya que para él la escucha es la única capaz de aproximar al paciente desde su mundo, su singularidad, su dasein, etc. y no desde lo estructural, que tal como se ha dicho, ata al analista (al análisis, al lenguaje mismo como entorno) a lo Otro.

Esto último para mí es lo que responde la primera pregunta: en la Histeria, lo Otro (el otro) es pantalla y sentido del sufrimiento y del "dolor". Nasio lo planteará con agudeza en el próximo texto, sobre todo respecto al fantasma de insatisfacción, que es el único destino. Lo Otro es, como sabemos, pura estructura, y es así como se nos hace paradójico el escuchar sin interpretar, ya que la histeria ha apostado todo un cuerpo y ha jugado todas sus esperanzas en un libreto simbólico, que clama literalmente ser interpretado por el otro del analista.

¿Cómo escuchar sin interpretar?
¿Cómo interpretar sin escuchar?
¿Cómo Freud puede interpretar sin escuchar la guía y reacciones de Dora?
¿Cómo podemos Diagnosticar Estructuralmente constantemente si debemos basarnos en escuchar y no interpretar?

Creo finalmente que es una cuestión ética que no sólo debemos resolver para nosotros mismos ("tomar postura clínica") sino que también debemos compartir en comunidad.

Como dicen Thibaut & Hidalgo, la histeria consiste justamente en poner a prueba la impotencia del analista, comprobando trágicamente, pasado un tiempo, cómo este fracasa en su cura, a menos dicen ellos, que el analista interprete con precisión y abra la transferencia y el pulsar del icc.

Me parece que eso le ocurrió a Freud con Dora. ¿Debió haberla escuchado mejor o haberla interpretado mejor?

Francisco V.

(perdonen lo largo)

Anónimo dijo...

Quiero complementar lo que señaló Felipe a partir de lo dicho por Bion respecto de la postura del analista frente a una nueva sesión: "sin memoria y sin deseo",el analista, por tanto, se debe caracterizar por no aspirar a determinada interpretación o recuerdo que influya en la escucha analítica /o ausencia de ésta/ e interfiera en una real curación.
¿Que sucedió con Freud entonces?Creo que en el instante en que Dora apareció, la consolidación de su teoría y ratificación a partir de casos clínicos prevalecian en desmedro de un trabajo analítico donde la memoria y el deseo hacia la teoría no fueran su principal preocupación, sino más bien la escucha hacia el paciente.
Creo que es importante entender esta necesidad en Freud de fortalecer su teoría, la cual recién se abria camino en ese período (recordemos que su texto anterior,la interpretación de los sueños, no fue muy aclamado) pues explica por qué no "escuchó" a Dora y por qué ésta no se sintió jamás curada.

Unknown dijo...

Me quedé pensando luego de la ayudantía en lo que hablamos acerca de la pregunta sobre de lo propio de la neurosis...Una de las cosas que me llamó la atención en clases y que se relaciona también con el texto es entender el conflicto neurótico como atado a lo histórico. En ese ese sentido, el síntoma debe ser entendido como un reflejo del conflicto que se reproduce y repite a través de una historia que a su vez se repite en si misma
Desde aquí me puse a pensar acerca de Dora y Freud, y creo que quizás lo que pasó en este "tratamiento" es que en algún momento Freud se olvidó de la historia, se olvidó de lo que constituía la patología de Dora y de lo que realmente había que escuchar de ella...acomodó los síntomas a su teoría...acomodó la historia de Dora a su propia historia
No sé...quizás...

Natalia

Unknown dijo...

Dada la etapa en la que la mayoría de nosotros nos encontramos dentro de nuestra formación como futuros psicólogos, mi reflexión esta orientada en la línea de lo ético ya que pude observar luego de conversar en la ayudantía la importancia de la rigurosidad conceptual a la hora de hablar incluso dentro del mismo discurso psicoanálitico. Si bien hoy críticamos como Freud puede haber utilizado a sus pacientes en pos de su teoría, yo me he preguntado en más de una ocasión si nosotros como psicólogos novatos seremos muy distintos cuando nos enfrentemos a nuestros primeros pacientes, si es que lograremos actuar como analistas “sin memoria y sin deseo” como alguien nombró por ahí. Me es muy difícil pensar, sobre todo dentro del quehacer como psicoanalistas, el poder llegar a realizar interpretaciones que realmente permitan develar aquello que está inconciente, sin al menos cuestionar cuánto de ese análisis no ha está influido en términos yóicos.

Por otra parte, estoy muy de acuerdo con la interrogante que plantea Francisco en torno al caso Dora al preguntarse por si el problema estuvo en la intepretación o en la escucha, sin embargo considero que de estar en uno de los dos también lo está en el otro. Hay ciertas ocasiones en que al intentar interpretar lo que el paciente nos entrega podemos dejar de escuchar analíticamente, generando con ello más que una apertura un cierre del inconciente (Catedra Reinoso, 2008), lo que no puedo dejar de pensar que sucede en aquellas ocasiones en que nuestros diagnósticos están más orientados en la línea de lo estructural.

José Pedro Elton dijo...

Siguiendo lo hablado en la ayudantía, y lo expuesto en los comentarios anteriores, creo que en el caso de Dora, Freud buscó adaptar la realidad de la paciente a su teóría, lo que hace que se empobrezca el desarrollo del tratamiento, ya que es la teoría la que debe tratar sobre una realidad particular, y no al revés.
Por otra parte, en cuanto a la transferencia, se puede ver que no es utilizada por Freud de ninguna manera, lo que deriva en un tratamiento incompleto, que demuestra en su proceder la estructura neurotica de Dora, quien no obtiene ningun beneficio de la terapia, sino que sólo se establece como un gran ejemplo de lo que es la histeria, lo que seguramente ayudó a Freud, quien actua meramente como investigador.

Anónimo dijo...

Me gustaría comentar una idea que hace tiempo vengo pensando, y que renació con la lectura de este texto, y la discusión en ayudantía. Tiene que ver con la pregunta: ¿qué se hace cuando se hace psicoanálisis?
Quiero intercalar esto con la paradoja con respecto a “escucha v/s interpretación”, y desde ahí preguntarme: ¿no es entonces que la “interpretación” de los síntomas de un paciente no es más que una herramienta del analista, que sirve como “excusa” para abrir campos de escucha nuevos -y posiblemente interdictos fuera del marco de la relación analista/paciente-, y cuyo fin no es otro que el de entregar al paciente la libertad para expresar sus deseos más íntimos, ocultados ya sea por su propia represión, o por la interdicción social de las cosas “que no pueden decirse”?

Como dice Freud, “a partir del análisis de este sueño hemos tenido acceso a detalles de las vivencias de eficacia patógena que de otro modo no habrían ido asequibles al recuerdo, o al menos a la reproducción” (Freud, 1905, p.77)

Bueno mi pregunta esconde la idea de que la importancia del análisis clínico de un paciente radicaría en la capacidad de abrir nuevos campos de escucha, mediante ciertas interpretaciones que funcionarían como excusas para abrirlos. Ahí se juntaría un poco, en la clínica al menos, la escucha y la interpretación: la escucha como el sentido, la interpretación como la excusa para llegar a ese sentido en la persona del paciente, es decir, en ESE paciente, y no otro.
Quizás Freud no escuchó el tiempo de Dora, considerando como él bien dice en el epílogo, el timming de su transferencia. Ahora bien, claramente se debió también a otros factores, ¿o no? No sé…

Anónimo dijo...

En alguno de los comentarios (que ahora no lo puedo encontrar) se mencionó un requerimiento esencial que se le impone al análisis; crear saber en otro. Me llama la atención que se configura aquí una situación algo paradójica. Paradójica principalmente por la dificultad que se le impone a la validación de la experiencia del paciente en una dinámica que, sistemáticamente, busca lo distinto de aquello que el paciente declara. En la relación establecida entre Freud y Dora, los “no” más tajantes de Dora son continuamente relativizados por Freud. ¿De qué manera crear saber ahí donde se reconoce, al menos temporalmente, que el saber no está? No quiero analogar con esto la situación terapéutica con una situación pedagógica. En relación con esto me parece importante destacar la dicotomía que se ha señalado entre interpretación y escucha.

Unknown dijo...

Concuerdo con que Freud olvidó a la paciente que tenía en frente en función de comprobar o ahondar en sus estudios. Eso me llama la atención al recordar que fue Freud quien planteó la atención flotante como parte esencial del tratamiento con pacientes. De todos modos, insisto en la idea de que cualquiera que sea pionero en una investigación de este tipo debe pagar algún costo que, en este caso, refiere al trato con Dora y su conflicto. En ese caso, y retomando la discusión que se ha generado respecto a la ética, me parece que lo importante es tenerlo siempre presente e intentar disminuir el posible daño. Aunque quizás no se haya causado ningún daño, quizás no tuvo efecto alguno. Pero a un psicólogo se le consulta frente a la angustia y me parece que el cxompromiso es responder a ello, si bien Dora no parecía haberse constituido aún como una paciente que se cuestiona, que reconoce su sufrimiento.
Por otra parte, me gustaría retomar el punto interpretación/escucha. Claro que no son separables. El punto está, creo yo, en cual prima. Ambas, llevadas a cabo de modo responsable y en función de quien tenemos al frante y no nuestras ansiedades, pueden ser los pilares del trabajo analítico. Claro que para eso, se requiere formación, sentido común, y cierta admiración por lo humano.
Para terminar se agradece el ser capaz de reconocer errores y enriquecer el oficio a través de eso. Si la psicología es una artesanía, se requiere tiempo y experiencia para desempeñarla bien, y nada mejor que errores que nos llevan a no parar de cuestionarnos, en lugar de solo triunfos que aumentan la fantasía de creerse "perfectos"

Kerina dijo...

Me llama notablemente la atención la forma en que Freud anuda de manera arbitraria ciertos significantes que parecen hacerle "ruido" en el discurso de Dora (en el primer sueño, por ejemplo, la asociación establecida entre el fuego del incendio y el agua, que simboliza la enuresis infantil). Tales anudamientos y ordenamientos de representaciones, parecen "dibujar una vida psíquica de un nn abstracto", tras el cual existe una verdadera Dora de la cual se extrajo un boceto caricaturizado. En ese sentido, creo que el timming de la escucha es necesario para dar con interpretaciones asertadas. Escuchar no sólo "significantes" hiperintensos del paciente, sino también la forma personal que tiene de enlazarlos. Esto para hablar en el mismo dialecto con el paciente y realizar interpretaciones que lo movilicen a él también (además de dirigir las propias intervenciones terapéuticas). "Arrancarse con los tarros" con determinadas palabras arrojadas en sesión nos impone un andar riesgoso: el del que el paciente se enfrente con lo dicho en tanto aparece sorpresivamente ante el analista, con su dicho no escuchado y con la distorsión de lo dicho. Se irá un tanto enajenado, no?, ya que lo hicimos ajeno de su propio discurso. ¿Qué sucederá pues con el síntoma depositado en el analista?

Anónimo dijo...

Me parece que es muy oscura la dicotomía entre escucha e interpretación, pues no logro visualizar en qué sentido se están usando ambos conceptos.

Si detrás de esta oposición se esconde un "mal uso" de los conceptos, es decir, una utilización arbitraria o a-sistemática, ajena a los sistemas teóricos, aunque pueda estar fundamentada, de ser así creo que tiene poco sentido especular o tomar posición al respecto (e.d., decidirse por una postura "escuchacionista" o "interpretacionista") puesto que desconocemos cuán mal se están usando los conceptos.

Por el contrario, si los conceptos se usan en un sentido ordinario o común a la literatura analítica, por ej., refiriéndonos (muy pedestremente) a la "escucha" como "apertura a la singularidad del discurso del paciente" y a la "interpretación" como "intervención del analista que pretende descifrar un enunciado del paciente, generando nuevas posibilidades de significación", si están siendo usados en este sentido, estamos ante una falsa dicotomía, puesto que no es excluyente el desciframiento de los enunciados singulares con una regla de interpretación singular, adecuada al discurso del paciente.

En buenas cuentas, quiero cuestionar el enlace entre los conceptos de "interpretación" y "estructura", cuya ligazón considero oscura; de buenas a primeras, bajo la noción ordinaria del primer concepto parece que no hay un vínculo esencial con el segundo. Siendo bien franco, no me convence aún la dicotomía porque en realidad no la entiendo. Esperemos que Coloma responda a la inquietud.

Anónimo dijo...

Me parece que el personaje de Dora es esencial en la historia del método psicoanalítico, ya que como todo método se desarrolla técnicamente, me parece entender que este sería un caso emblemático en mostrar cómo funciona la imposición de un saber sobre los individuos a los cuales el psicoanálisis pretende curar en su sufrimiento. Lo positivo de éste es que Dora no se adoctrina con Freud y por medio de esto permite a su vez la evolución de su pensamiento hacia el entendimiento del fenómeno de la trasferencia. Creo que esta sería una de las piezas fundamentales del psicoanálisis y por lo mismo su elaboración teórica va a estar sujeta a variadas comprensiones. Una de las formas en que intento comprenderla, es a través de la observación de como esta trasferencia da cuenta de un discurso que le pertenece a otro que habla a través del individuo (sujeto al lenguaje). Esto mismo me inclina a pensar en torno a la imposibilidad de Freud de comprender el deseo oculto en Dora, dado el hecho de que en su técnica cerrada, el ojo estaba puesto en calzar su teoría del Edipo. De este modo, y tomando las referencias de Miller, me pregunto hacia dónde se dirigía y desde dónde se origina el deseo de Dora por el Sr K. Estas preguntas me llevaron en la ayudantía a comentar acerca de cómo en la práctica con niños la neurosis del paciente anuda un discurso que está cargado por el deseo de los padres sobre su hijo, y cómo se emprende una necesidad por escuchar y observar cómo se encaja su síntoma en la historia familiar.
Concuerdo con lo que plantea Antonia en su análisis, puesto que para mi forma de verlo, el caso Dora permite tener clara la importancia de dejar a posteriori el surgimiento de lo importante de la trasferencia mediante una escucha que no se imponga con sus conocimientos.

Anónimo dijo...

Considero interesante los puntos resaltados por la Jesús, en especial en torno al conflicto amor/odio del obsesivo, lo cual me evoca los postulados Kleinianos que rescatan la dicotomía de la mente en la posición esquizo-paranoide y el desarrollo en ciertos individuos de la incapacidad de integrar ambas experiencias de profundo desagrado y extremo amor por un mismo objeto.
Con respecto a las ideas de muerte, se podrían plantear como una resolución que precipita al individuo a proseguir con la eterna indecisión que lo configura: dado que claramente la muerte equivale a la nada. Esta configuración se expone en el neurótico como una indecisión de su propio ser, y así, el costo de la angustia originada por las ideas obsesivas sería permitirle al neurótico no hacerse responsable por elecciones certeras.
Pienso también acerca de la sexualización del pensamiento al que se refiere Freud en este tipo de pacientes y esto mismo me trae a colación las argumentaciones de Bion en torno al origen del pensamiento en el individuo, dada la frustración que la madre le genera al niño y ante la cual se despierta el desarrollo del pensar. Aunque en este caso es el padre quien sanciona un deseo sexual, me parece esclarecedor considerar que para que en esta estructura de personalidad se gestara una sobreestimación del pensar, tuvo que existir un camino anterior que lo condujese a esto.

Unknown dijo...

Sumándome a la discusión y tomando las palabras ya repetidas por muchos, “transferencia” e “interpretación”, se puede hipotetizar que no existía todavía una transferencia adecuada para poder realizar estas interpretaciones, ( que creo que ya lo dijeron), pero me acordé también de una cátedra de Reinoso (fuera de la universidad)en la que decía que aún así, el fantasma no debe ser interpretado jamás, y contraponía este planteamiento con los kleinianos que se sostiene en la interpretación sistemática de lo relatado por el paciente. Y al leer a Freud me quedaba esta sensación de que Freud estaba interpretaba a Dora de la misma manera, a veces un poco grotesca y sistemática en que lo hacía Melanie Klein, y que interpretaba todo aún el fantasma, produciendo el malestar y rechazo de la paciente.
Por otra parte, al volver a leer este texto después de un par de años, me di cuenta de la riqueza de los planteamientos que Freud va entregando intercalados con el historial clínico, y que merecen ser estudiados con detención para acercarnos a una mayor comprensión de la histeria y de la neurosis. Además me sorprendió el hecho de que en esta nueva lectura yo descubriera nuevas cosas que en mi lectura anterior no me habían hecho sentido o ni siquiera me había percatado que ahí estaban; y me acorde de “el leer la teoría como palabra viva que siempre se está resignificando” (que no me acuerdo quien lo dijo). Y esto es exactamente lo que me pasó a mi, ya que al volver a leer a Freud pero ahora con más conocimiento y luego de haber leído algunos planeamientos post freudianos (ejemplo lacanianos y kleinianos), la misma palabra cobraba un nuevo significado. Y por lo tanto, me quedó dando vuelta la importancia, como decía Reinoso y López, de estar continuamente leyendo a los autores para aprender continuamente de ellos.

Anónimo dijo...

La importancia del Inconciente. Recuerdo que cuando recien aprendiamos psicoanalisis todo el enfasis estaba en el insight producto de la Interpretacion de la Transferencia. Pero me parece que hay que tomar en serio el inconciente y saber que por algo lo es tal.
Que la persona logre abrirse a su mas profundo inconciente por una interpretación hablada me parece que puede ocurrir, pero es poco probable.
Quizas otro forma es lo que señala Strachey en uno de los textos que leimos el semstre pasado, diciendo que el terapeuta debe ser un super yo auxiliar menos castigador. No se si puede entenderse como una experiencia correctiva, pero a mi este ultimo termino me hace sentido. Quizas el pasado pueda ser interpretado como influyendo en el presente. Si se esta emocionalmente conectado quizas haga sentido, pero eso no produce la salud.
Creo que el psicologo debe ser un Padre, capaz de poner limites y de acoger a la vez.
Se trata de un encuentro de toda la persona, y no solo las ideas de otra persona (interpretacion)

Kenichi dijo...

Sobre lo que comentó Francisco entiendo la dicotomía, al contrario de lo que dice el benja, creo que esta problemática se expresa mejor desde "si ponemos la teoría primero" o si nos basamos en el material del paciente (escucha) primero. Claramente no se trata de "interpretación" o "escucha", pero de teoría y la realidad presentada.

Esto es sumamente complicado ya que por un lado, si nos ponemos teoricistas, terminamos como post freudianos de tomo y lomo, pero si nos ponemos "centrados en el paciente" terminamos siendo humanistas. La teoría psicoanalítica tiene una razón de ser estudiada, en el fondo no da lo mismo si te ayuda alguien que ha estudiado psicología y alguien que no lo ha hecho (o al menos esa debería ser la apuesta de todos en la carrera).

Lo que yo entiendo que propone Coloma es que todo este estudio del psicoanálisis se estanca de alguna manera en nuestro inconciente y luego conforma una forma de escuchar que es diferente, donde se mezcla de manera perfecta la teoría y el material que entrega el paciente.

Ahora, lo que yo le he criticado muchas veces a Coloma, es que este es el método que le sirve a él, y que desde su experiencia está claro que si pudo haber resultado en un método de escucha aumentado, pero que no tiene ninguna forma de enseñarlo o de traspasarlo, ya que justamente se produjo por una decantación. Ya que no puede ser replicado se transforma en u método sumamente oscuro para muchos, y otros, en vez de intentar su propia decantación teórica se vuelven "colomianos".

Bueno, finalmente creo que seguro hay un término medio donde se puede aprender a tener una manera de escuchar diferente sin que sea necesaria esta decantación que incluya TODO, como lo insinúa Coloma. A mi por lo menos me interesa mucho más estudiar otros autores en psicoanálisis para entender como se han ido formando los conceptos y no para que de repente me resuene algo que leí en alguna parte. Esta forma de pensar tiene que ser mucho menos oscura que la de coloma y abierta a ser enseñada.