domingo, 28 de septiembre de 2008

Sobre "Etica y estética de la perversión"

por Kerina Echeverría

La genitalidad… ¿qué es la genitalidad? Me gustaría mirarla desde su sentido poiético, en primer lugar por la metáfora, ya comentada por Coloma en clases, que instala la función paterna haciendo al niño vivir en una presencia doble (en dos lugares: uno en el que el niño registra y otro en el que el padre dice que se registra). Y esta duplicidad exige ser estructurada de manera novedosa (ni en el nombre del padre ni en el nombre del hijo). Después de todo quien atraviesa el Edipo, frustrado por la castración, sumiéndose en la incompletitud en la que ha quedado develado, comienza un camino alternativo a la de la dimensión diádica. Será capaz de mirar desde fuera a otros dos y quedarse consigo mismo. El deseo de poseer a la madre seguirá vigente, pero esta vez de otra manera, distinta de aquella con la que la posee el padre. Lo creativo de la genitalidad pareciera, de esta forma, estar en la solución para una existencia frustrada (y castrada). Vivir la frustración y seguir existiendo tras ella, uniendo al principio de realidad y sus límites, la libertad de poder elegir, dada la falta fálica, un objeto para llenarla. Hay, entonces, en la creatividad del perverso (en tanto crea una nueva realidad), al contrario de la creatividad genital, un encadenamiento…digo, una sumisión. Se encadena a su propia omnipotencia la que no puede desidealizar, ya que al hacerlo se vuelve persecutoria.

En el perverso sólo hay un gran lugar (un monomio o autonomio o no sé, a diferencia de la metáfora). Al haber un lugar consecuentemente se invalida la posibilidad de saltar a otro lugar, de esta manera se autoencarcela en sus significantes unívocos (y hablo de cárcel a pesar de la libertad de la que se jacta al pensarse un ser todopoderoso) y este camino que lo limita es consecuencia del evitamiento de la frustración. Dicha frustración está ciertamente existiendo en el perverso, ya que la castración fue vista por él, pero su angustia trasladada a la dimensión anal, angustia que sigue existiendo de manera velada y silenciosa. La estructura, entonces, en el perverso existiría de igual forma, tensionando desde un lugar no conciente para invitarlo a transgredir su misma organización (recordemos que la genitalidad ha sido suspendido, negada, pero no forcluída). Se recorre así un mismo camino siempre, se busca un solo objeto (anal-parcial) imperiosamente necesario para reprimir parcialmente que se está separado de la madre. El perverso nunca se ha experimentado delimitado, nunca se ha experimentado con voluntad frente a sí mismo, no puede sino disolverse en una amalgama con lo que lo rodea (haciendo uso de su control sobre ella), pero es ilusorio pensar que puede ejercerlo sobre sí mismo.


por Daniela Larraín


Se podría decir que la perversión se define por elementos que en alguna medida podrían relacionarse con la neurosis, como los componentes autoeróticos (en el inicio de ésta) o alguna regresión, sin embargo, el carácter sádico anal de esta última determina formas que nos pueden develar una estructura perversa totalmente distinta a lo que entendemos por la estructura neurótica. Me refiero a la evasión de la ley, el nombre del padre, y por ende la primacía del goce por sobre la realidad, ambas evidenciadas en un impulso de indiferenciación, donde el sujeto es dueño de todo quehacer y normatividad. Si nos preguntamos la causa, podríamos explicarnos ésta a partir de la frustración que significa para el individuo la instauración del principio de realidad, el aplazamiento de su satisfacción y el reconocimiento de un deseo materno que se dirige a otro no representado por él. Pese a esto, creo que es importante rescatar lo que Chasseguet-Smirgel menciona: la implicancia básica de la separación con la madre. Aunque podemos decir que toda ley se funda en la separación materna, el traumatismo del cual hablo es mucho anterior, desde el nacimiento, hasta el distanciamiento del pecho. Ésta sensación de pérdida maximizada en la genitalidad, donde la diferencia de sexos y la interdicción paterna instauran la verdadera realidad neurótica y obstaculizan en gran medida la posesión de la madre, sólo se puede evitar con la regresión al periodo pre-genital. A partir de Winnicott podríamos entender esto como la ausencia de una madre ambiente que logre darle a las pérdidas fundamentales del niño un significado, a través de una frustración que éste pueda controlar. Se podría decir que es esto lo que realmente determina la estructura perversa y lo que la lleva a evitar el desarrollo neurótico.

Hace poco oí un caso de una estructura perversa y mientras lo escuchaba se fueron dando interrogantes que aún no puedo solucionar: Si la definición estructural de la perversión ya está determinada, ¿qué lograría un psicoanálisis de él? Entiendo que muchos perversos no irían a terapia, pero ¿qué sucede si estamos ante un caso de perversión, podremos generar algún cambio que logre reedificar el principio de realidad por sobre el de placer? O simplemente está condenado a un goce de graves consecuencias sociales ¿Es posible que pese a su estructura el perverso pueda entrar en una dimensión más terapéutica?. Si sabemos que a causa de la oposición a la ley no se respeta la moral que ésta instituye, aunque reconoce su existencia, ¿se podría desarrollar en el paciente un yo que respete las normas sociales?. Me cuesta comprender la dinámica perversa por esto mismo, supongo que nadie querría perder el goce si lo tiene asegurado, sin embargo ¿qué hacer cuando este goce convive en una sociedad que interpela por controlarlo?, es aquí cuando me hace más sentido la utilidad de la ley que nos posibilita insertarnos en una sociedad cuya cultura no está hecha para quienes la transgreden.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Sobre "Estructuras clínicas y psicoanálisis"

por Patricio Meneses

En torno a la estructura histérica y obsesiva, y sobre todo a propósito de su origen, me gustaría entrar a pensar la Ley en Lacan, es decir, aquello que hace sujeto.
Quiero proponer a la neurosis como una estructura de derecho, esto es, de derecho frente a una Ley. ¿Es esto posible?

Si seguimos esta línea, la Ley sería aquello que, con agresividad, inscribe al sujeto en el campo de la cultura, el lenguaje y la significación. En tanto derecho, además, posibilitaría el lazo social, en la medida que inaugura el campo del otro como un “accesible”, es decir, más allá de la rivalidad imaginaria. El neurótico elige su derecho a acceder a la metáfora, y con ello a la vida cultural.

¿Puede pensarse la Ley en estos términos? Ella pondría las reglas del juego, para que los neuróticos tengan el derecho a jugar, es decir, “acceder” al mundo. La forclusión, aquí, es la anarquía del real, su condición sin frenos, el exilio de la metáfora. La represión, aquí, es la represión primaria, esa que funda y que se reedita en el fantasma.

Quiero proponer, además, a la Ley como inauguración repetitiva de un campo que permite la aparición de lo nuevo, en la diferencia irreducible que la estructura funda.

La Ley puede aquí abrir un espacio (no quiero esconder mi lectura desde Winnicott), el espacio de la diferencia, un camino recorrible desde la madre a la cultura, desde el goce al deseo, desde la plenitud y redondez mítica de S1, a la posibilidad, derecho y juego de S1 > S2. ¿Es esto pensable? ¿Lo es en éstos términos? Si no ¿en cuáles?

Sobre la imagen:
Sydney lanzando su fractal de hexaedro (cubo) en fase 1, de pie sobre un fractal de hexaedro (cubo) en fase 6.
Para saber más sobre este fractal de poliedro, llamado "Esponja Menger - Sierpinski", http://www.public.asu.edu/~starlite/mengersponge.html.

martes, 2 de septiembre de 2008

Sobre "Escenarios de la fobia clínica"



por Francisca Cifuentes

Quisiera partir enunciando las siguientes preguntas que estuvieron en mi cabeza al leer Escenarios de la fobia clínica, ¿Cuál sería el fantasma del fóbico? ¿Cuál sería la posición del Otro? ¿Los objetos fóbicos deben tener alguna característica particular? ¿Cuál seria el modo mas adecuado para realizar un proceso psicoterapéutico?

Es relevante primero definir como será entendida la fobia y cuál es el rol que el pánico juega en ella. El pánico seria el propulsor de la fobia, ya que “la fobia se instala generalmente después de que, en ciertas circunstancias […] se ha vivido un primer acceso de angustia” (Assoun,1948, p. 35). La fobia, por tanto, estaría encubriendo una angustia, que en el común de los casos tiene que ver con una angustia por lo pulsional, la pulsión pasa a ser algo peligroso. Por ello, la angustia se posiciona con respecto a un objeto, para que ese objeto “tape” la angustia producida por la posible satisfacción de una pulsión. “El objeto que provoca pánico genera la invasión de algo que tendría que haber permanecido oculto y cuya existencia se volvió flagrante” (Assoun, 1948, p. 38).

Asimismo, se produce una desconfianza frente a la propia pulsión, en el que el objeto al presentarse evidencia esta pulsión que genera angustia y que se intenta mantener reprimida, pasando el objeto a representar dicha angustia que lleva al pánico. Se podría afirmar que“el síntoma se constituyó para impedir la explosión de la angustia” (Assoun, 1948, p. 56). El objeto pasa a simbolizar aquello que angustia tanto, simboliza la pulsión que ha sido reprimida.
Por otra parte, a la base a esta represión de dicha pulsión estaría la figura del padre, la cual se escondería bajo el objeto fóbico, lo cual queda evidenciado en las zoofobias, donde la hostilidad que se puede sentir hacia el padre queda fijada en un objeto que llamo la atención del sujeto y que le recuerda la castración. “El padre se reconoce como el heredero del “gran animal”” (Assoun, 1948, p. 62).

De esta manera, el objeto fóbico se vuelve el único objeto que no puedo dejar de mirar, asemejándose en este sentido a una obsesión, ya que el sujeto no puede dejar de pensar en el objeto y de buscarlo para así poder evitarlo y no tener que pasar por el pánico y la angustia que provoca verlo de frente. “El objeto fóbico es el que no puedo mirar discretamente, el que no puedo hacer desaparecer, como la mayoría de los objetos” (Assoun, 1948, p. 42). Por ello, el ojo cobra vital importancia, ya que es a través de éste que la persona ve el objeto, estando fijada la angustia en este órgano.